lunes, 17 de agosto de 2009

Pescando en la boca del Río Paraguay

En este paseo vamos a aprovechar una de las mejores bocas de pesca que confluye con el río Paraguay: el riacho Pilagá.

Para ello conducimos por la Ruta Pcial. Nº 6 y enfilamos para Pilagá.

Ahora, la ruta por la que transitamos se encuentra en muy mal estado, apenas una capa resquebrajada de pre-asfaltado –que conviene no usar –, y nada de señaliz ación, nos hacen conducir entre tumbos y saltitos por el camino.

Como es nuestro último día en la provincia, no quisimos partir sin antes intentar pescar en alguna de las bocas del Paraguay, y luego de preguntar en el hotel nos recomendaron uno de los mejores lugares cercanos a la capital.

Transcurridos los kilómetros, pasamos frente a la localidad Mojón de Fierro, y a partir de allí nos internamos en la selva del lugar. Una nube pasajera dejó caer una leve llovizna en el pavimento y el polvo dejó de volar. Bajamos la ventanilla del coche y percibimos el particular olor a tierra mojada, mientras una cálida brisa nos anunciaba que no llovería más.


Antes de ir a la boca del Pilagá, nos detuvimos para observar la Capilla de la Virgen del Puerto. Dieciséis palmeras imperiales nos dieron la bienvenida por un senderito hasta la puerta del templo. En su interior reparamos en la imagen de la virgen y en los coloridos vitraux sobre los laterales. El silencio religioso que se respiraba en el denso aire, nos invitó a tomarnos un tiempo para meditar.

El Paraíso del Pescador

Así anunciaba un cartel en la puerta de entrada a la boca del Pilagá. Este es uno de los sitios son los más recomendables para efectuar una práctica de pesca deportiva.


Como en su interior circulan peces de menor porte que el habitual, los peces más grandes entran en los canales para alimentarse de los más pequeños, y luego poder regresar más rápidamente al cauce del río mayor, en este caso el Paraguay.

En la zona del riacho Pilagá hay un camping con todas las comodidades para disfrutar al máximo de la estadía. Bajada de lanchas, agua potable, luz eléctrica, sanitarios y un corto césped que aleja a las alimañas del lugar, son suficientes para recrearse en una jornada de pesca. Eso sí, no hay señal para la utilización de telefonía celular, salvo que nos trepemos a un árbol alto.


Una vez que tuvimos todo caña, tanza,
reels , anzuelo y morenitas que usamos como carnadas , más la típica paciencia que hay que tener hasta que se dé el pique, nos dispusimos a pescar.

Tereré de por medio, acordes de guitarra, risas y una charla amigable son el condimento justo y necesario para disfrutar de la práctica pesquera a la vera del Pilagá.

Comenzó a atardecer. Los últimos rayos del día comenzaron a saludarnos desde el horizonte. Cuando nuestras expectativas por sacar algún surubí, dorado, pacú o corvina se estaban perdiendo (aunque mucho no nos importaba), el pique dijo presente, y casi sin luchar un hermoso pacú se dio por vencido en nuestras manos.

El pacú es un pez de forma oval, de contextura ceñida y cola menuda, con la particularidad de poseer una cabeza, boca y ojos pequeños. Su color es grisáceo con tonos rosados que se tornan oscuros cuando estaciona en aguas claras.
Luego de la exitosa pesca, emprendimos el retorno.

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