El norte argentino continúa aún hoy siendo un sitio misterioso y casi inexplorado para la pesca deportiva. Sin embargo, en su geografía de selvas, yungas, valles y quebradas guarda dos de las especies de mayor valor deportivo que habitan el país: la trucha y el dorado.
En las inmediaciones del Parque Nacional Baritú, ubicado en la provincia de Salta y su límite con el país vecino de Bolivia, aparecen importantes ríos para pescar dorados y truchas. Enmarcados en un clima subtropical, con loros y tucanes incluidos, y con una abundante vegetación y fauna correspondiente a la selva tucumano-oranense, estos ríos resultan ideales para pescar con equipos de mosca.
El norte de Salta se encuentra cubierto por una selva subtropical conocida como las yungas donde se asientan localidades como Pichanal, Embarcación, Tartagal, Aguaray, Salvador Mazza, Orán y Los Toldos. Allí, las sierras subandinas predominan y se encuentran divididas por valles que, con precipitaciones superiores a los mil milímetros, sirven de drenaje a importantes arroyos y a ríos pequeños que vuelcan sus aguas en ríos más grandes como el Alto Bermejo, el Grande de Tarija, el Juramento, el Pescado, el Lipeo, el Valle y el Dorado, entre otros.
Estos cursos de agua se caracterizan por ser de aguas claras durante la estación seca, que se extiende de marzo a noviembre, y de aguas turbias durante la estación húmeda, en los meses de verano. El lecho de estos ríos es de piedra y posee una evidente pendiente, formándose las mismas correderas y pozones de los ríos trucheros de la Patagonia argentina.
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